A veces, debemos que realizar determinados actos para que nuestra vida siga su curso. Actos que, nos provocan a nosotros mismo cierto dolor, pero que tenemos que hacer para no herir más a alguien. En algunos momentos, las sonrisas de personas que son importantes para nosotros, están por encima de la nuestra; tenemos que intentar curar nuestras heridas, aunque en realidad sigan sangrando, pero es mejor intentar cicatrizarlas de una vez, porque alargarlo no nos sirven de nada.
A veces, aunque nos duela a nosotros mismo, nos reconforta saber que, hemos hecho bien; que por fin hemos acabado con algo, que hace mucho tiempo que no debería estar ahí; que deberíamos haber solucionado en su debido momento, pero la cobardía nos lo impidió…más que la cobardía, el miedo.
Ese miedo que nos hizo egoísta en su día y que, no nos causaba dolor, se tiene que transformar en valentía, porque aunque hoy nos duele, hemos hecho lo que debíamos hacer, y aunque nuestra herida siga abierta, hemos ayudado a cicatrizar la de otra persona.
Y sólo queda esperar que nuestra propia herida se cierre, porque, lo hará.
[ Mirando por la ventana, feliz de que, después de mucho tiempo, pueda respirar sin que ciertos pensamientos me causen un nudo en la garganta; pudiendo tragar aire y aunque hoy no haya una sonrisa, en poco tiempo la habrá. ]