Tranquila, tranquila, tranquila…es lo que me tengo que repetir a mi misma para no enervarme, para que no me empiecen a temblar las piernas, para no responder a aquellas voces que se alegran de mi caída.
Respira y tranquilízate; una canción lenta, una ducha fría, el olor de unas flores e intentar sonreír porque sí, porque a veces como no saques tu sólo las fuerzas para sonreír, no lo hará nadie.
Y resulta, que todo esto pasa cuando decides intentar hacerlo bien…que, a diferencia de otras situaciones en las que has salido como has podido; te acaba explotando todo en la cara por enfrentarte a la realidad y asumir.
Supongo que el Karma no existe del todo.
«Dulce Lokura»